No hay guionistas, ni nadie que se preocupe de que todo esté bien. No hay botones de PAUSE, ni podemos rebobinar. Ni siquiera eliminar escenas. Y por supuesto no hay una banda sonora que nos acompañe donde quiera que vayamos.
No hay dobles que vayan a pasar por las escenas que nos resulten desagradables, ni se va a acabar todo con un "Corten!". Aquí tienes que ser tu el que se enfrente al día a día.
Y puedes hacerlo de dos formas..
Puedes deprimirte, y llorar en un rincón, limitándote a pasar, sin pena ni gloria por este mundo. Lamentándote por cada herida, o por cada tiempo pasado. Puedes vivir con miedo a un nuevo día. Eternamente, todos los días de tu vida.
O puedes vivir tu propia película. Aunque tengas que volver y revivir todas esas escenas que eliminarías. Aunque el recuerdo de unos ojos te atormente toda la vida y no te deje dormir. Aunque sepas que has cometido mil errores. ¿Que más da? Si te caes mil veces, tendrás que levantarte mil y una. Y sequir. Y lamerte las heridas sin mirar atrás. Nadie dijo que fuera fácil. Ni que hubiera solo un intento.
Aprovecha. Arriésgate, equivócate, es tu momento.
Es tu vida, y aunque no sea una película, es tu historia.
Vívela.