"We accept the love we think we deserve."
The Perks of Being a Wallflower
Supongo que intentó irse cuando vio que aquello era más grande de lo que podía soportar. Solo era una niña, pero cerró la puerta a todo lo que la había hecho llorar y se marchó. Ahora que lo pienso, tal vez por eso no lloraba. Quizá había gastado demasiado pronto el saquito de lágrimas que a uno le permiten usar a lo largo de la vida. Tenía mil cosas que ocultar, no por miedo, sino porque creía que a nadie le interesaría saber el porqué de cada una de sus heridas. Pensaba que había gente mucho más fuerte ahí fuera que seguía sonriendo, y que eso la quitaba el derecho de quejarse. Tal vez no entendía que podía permitirse sentir dolor. Que sus problemas, por pequeños que fueran, también merecían ser escuchados. Se había acostumbrado a sonreír incluso cuando no tenía ganas de hacerlo. A decir sistemáticamente que todo iba bien. Casi siempre funcionaba. Ese mecanismo evitaba tener que pedir ayuda, que era algo que costaba demasiado. No por cuestión de orgullo ni mucho menos. Supongo que pensaba que en cierto modo no merecía esa ayuda, aunque la necesitase como el respirar. No, probablemente creía que no se merecía nada.