jueves, 28 de mayo de 2009

Habia una vez un niño..

Cuando el niño cumplió seis años, su padre le regaló un halcón de caza para que lo adiestrase.
- Los halcones son aves rapaces, que matan pajaros- le dijo su padre- Son los cazadores del cielo.
Al halcón no le gustaba el niño, y al niño no le gustaba el halcon: Su pico afilado le ponia nervioso, y sus ojos brillantes parecian estar siempre vigilandole. Durante varias semanas, las muñecas y las manos no dejaron de sangrarle ni un solo dia. El niño no lo sabia, pero su padre habia escogido para él a un halcon que habia vivido salvaje durante mas de un año, por lo que era casi imposible llegar a domesticarlo. Pero el niño lo intento, pues su padre se lo habia mandado, y el ansiaba complacer a su padre.
El niño permanecia junto al ave dia y noche, hablandola, e incluso poniendola musica para mantenerla despierta, porque se suponia que un ave cansada es mas facil de domar. Aprendio a manejar el equipo: las pihuelas, el capuchon, la caperuza, la lonja, la correa con la que debia sujetar al halcon a su muñeca.. Se suponia que debia mantener ciego al halcon, pero no tenia valor suficiente para hacerlo; en lugar de eso, procuraba sentarse siempre donde el halcon pudiera verle, le tocaba y le acariciaba las alas, deseando con todas sus fuerzas que el halcon comenzase a confiar en el. Le daba de comer en su mano, y al principio el pajaro se nego a comer. Mas tarde comio con tal ferocidad que le pico las palmas de las manos, pero el niño estaba contento, porque queria que el halcon llegara a conocerlo, aunque se quedase sin sangre en el intento.
Comenzo a ver que el halcon era hermoso, que sus delgadas alas estaban pensadas para el vuelo rapido y agil, que era veloz, fuerte, feroz y delicado. Cuando descendia hacia el suelo, se movia como la luz. Cuando el ave aprendio a describir un circulo en el aire, y a posarsele en el hombro, el niño casi grito de felicidad. A veces, el pajaro saltaba a su hombro y le ponia el pico en los cabellos. El niño estaba lleno de jubilo: sabia que su halcon le queria, y el por su parte adoraba a su mascota. Cuando estuvo seguro de que el ave estaba no solo domado, sino perfectamente amaestrado, se lo llevo a su padre, esperando que este se sintiese orgulloso de su trabajo.
En vez de eso, el padre tomo al halcon, ahora domesticado y confiado, en sus manos y le rompio el cuello.
- Te dije que hicieras que fuera obediente- le dijo, y dejo caer el cuerpo sin vida del ave a los pies del niño- Pero tu le has enseñado a quererte. Los halcones no existen para ser mascotas cariñosas: son feroces y crueles. Este pajaro no estaba domado: habia perdido su identidad.
Mas tarde, cuando el padre se fue, el niño se echo a llorar sobre su mascota muerta, hasta que finalmente el padre envio a un criado a recoger el cadaver y enterrarlo. El niño no volvio a llorar nunca mas a lo largo de su vida, y tampoco olvido jamas la leccion que aquel dia aprendio:
" Amar es destruir, y ser amado es ser destruido"

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