Los domingos contigo eran días de besos y abrazos. De mimos en la espalda.
De intentar dormir hasta tarde pero que tú me despertases pronto. Y yo engañarte y volvernos a dormir. De levantarnos y desayunarnos. Y luego desayunar. Los domingos eran días de churros. Morenos y con azúcar para ti, y medio crudos y sin nada para mi.
Los domingos eran días de comer tarde, y echar la siesta. Y a veces incluso dormirla. De querernos mil veces en el cuarto, y de abrazarnos una película en el sofá.
Los domingos eran días de despedidas de mentira, y de besos de verdad. Los domingos a tu lado eran menos domingos y más sábados.
Ahora son domingos de recordar.
Los domingos dan asco desde que te has ido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario