lunes, 19 de marzo de 2012

Él no lo sabe.

Se levanta por las mañanas para eclipsar al sol con su mirada.Y es que ya puede estar nublado el mundo, que si él sonríe, habrá luz durante todo el día. Luego sale a volar, a llenar sus pulmones de vida. A disfrutar cada segundo, y a hacer que todas las hojas de los arboles se agiten con su olor. A veces canta, y cuando lo hace, incluso el mar deja de sonar para escucharlo. Y se estremecen las olas y enamora a las sirenas. Pasea. Y a veces se le escapa una sonrisa, y me roba el corazón a  mi, que me escondo entre las ramas para verle caminar. Regresa a casa cuando tiene frío. Y busca calor entre las sábanas, extrañando, quizá, algún cuerpo entre ellas. Se duerme cuando bosteza y sueña las cosas más dispares que nadie soñó jamás.Y se queda así sin ser consciente de que todas las cosas que el hombre considera bellas han muerto de envidia, porque no hay nada más bonito que su sonrisa mientras duerme.
Lo que no sabe es que, de un tiempo a esta parte, yo me bebo los vientos por él.

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