lunes, 5 de julio de 2010

Ella una vez más.

Se declaró a partir de ese mismo momento, en huelga de inútiles. En huelga de cosas que no la llenen, que la hagan sentir mal, o que no tengan sentido. Que de toda la vida le han dicho que mejor sola que mal acompañada, y es hora de hacerlo. Que ha entendido que no tiene por que dar las gracias si alguien la cuida. Porque ella se merece a alguien que la trate como es debido. Que nunca va a estar sola, pero si se empeña en buscar deprisa las cosas, se volverá a equivocar. Nunca va a faltar gente que esté ahí. Y lo sabe. Y ahora, ahora que es capaz de escuchar todas esas canciones de Scorpions sin romper a llorar, ahora a llegado el momento de volver a reinventarse. De ser consciente de que volvería a caer pero no lo va a hacer. Que no puede, ni quiere perder sus días besando sapos. "Que ya estaba hasta las tetas de poetas de bragueta y revolcón" Que se ha cansado de perder, y como a cabezota no la gana nadie, ha decidido que no se vuelve a equivocar ni una sola vez más. Que no vuelve a hacer nada que la deje a medias. nada en lo que no pueda entregarse del todo por miedo a no ser correspondida. Nada en lo que tenga miedo a ser juzgada y dañada. Que no se vuelve a enamorar. No de quien no se lo merezca. Ella sabe que todo lo que ha pasado, lo que está pasando, sirve para hacerla más fuerte. Que todas las lágrimas que han mojado sus mejillas, y aquellas que no ha podido llorar, la han echo un poco más grande, un poco menos débil. También sabe que hubo locuras que merecieron la pena. Que hubo gente que la robó el corazón. Y que todos aquellos que lo consiguieron, siempre tendrán un cachito reservado ahi dentro, en el que guarde un buen recuerdo: aquel primer beso robado. Aquella dulce cuenta atrás en forma de chupa chups. Aquellas promesas de felicidad, aquel vuelco al corazón al oir detrás de su oreja la voz que creía perdida en la distancia. Aquel muchacho que lloró cuando la dijo "te quiero", y luego la abrazó cuando despertó sobre su pecho en mitad de aquella noche. Aquellas tardes perdidas del mundo, en la que cualquier excusa tonta era válida. Aquellos negocios que nadie entendió jamás, pero eran tan importantes. Incluso la última felicidad, que resulto ser fingida. Todos y cada uno de esos recuerdos, todos los ojos que se escondian tras las palabras, todos la han dado un poquito. A todos debe momentos de felicidad, y valiosas lecciones de lo que es amar. Ha aprendido a entregarse, a aguantar, a no depender, y a darlo todo. Ha aprendido que distintas lenguas se entienden en el mismo idioma. Gracias en parte a todos ellos, se ha dado cuenta de que merece a alguien como ella quiere. Sabe que en algún lugar, debajo de alguna piedra, espera Él. El que la hará soñar, reir, y sentirse única. El que sabrá cuando ser dulce, y cuando perderse. Que lo encontrará. Y esta noche, si pudiera dormir, se dormiría con una sonrisa en los labios, orgullosa de si misma, consciente de que esto es a lo que llaman crecer.

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